Cuando vi por primera vez “Lo que no te digo”, recuerdo que Nur Levi se me apareció como una actriz de esas que se te revelan (y se revelan) a última hora de la noche, esa hora tranquila y algo canalla en la que ya no puede ocurrirte nada más, porque el día termina y todo está dicho. La hora en la que crees que estás de vuelta de todo y empiezas a hurgar muy dentro de ti para dejar paso a una arrogancia serena. Entonces, no vi arrogancia en Nur Levi ni en su texto ni en su interpretación de María Casas. Dos años después, tampoco la veo.

En este tiempo, la actriz ha ganado seguridad y presencia en escena y el texto sigue tan vigente y estremecedor como cuando se estrenó. El lenguaje, así como el tiempo, el amor o la muerte, son temas recurrentes en un mundo desarmado y dolido que abusa de la mentira y la exageración para seguir en pie. Lo que se quiere decir contra lo que se dice. El por qué se dice contra la creencia ciega en unas siglas. El guardar las apariencias contra una sinceridad mal entendida. ¿Realmente el lenguaje sirve para comunicar lo que somos? ¿Para comunicarnos?¿Somos lo que decimos que somos? ¿Es cierto que lo que no se puede expresar no se puede pensar?

María Casas es una profesora de Comunicación que ha decidido no hablar más porque se ha dado cuenta de que el lenguaje, al que ha dedicado su profesión y su vida, ya no le sirve y, además, es una trampa. El lenguaje ya no descubre o interpreta la realidad, sino que la encubre. Nur Levi habla consigo misma, reflexiona, se dirige al público, llama por teléfono y recorta frases y palabras de los periódicos. La escenografía representa un refugio de palabras: lámparas colgadas del techo, cajas, periódicos, libros, fotos, todo dispuesto en un círculo. También hay palabras pintadas en el suelo. El círculo empieza siendo muy grande, pero se va cerrando, simbolizando la angustia de la protagonista. Una angustia por no saber qué hacer con un lenguaje que construye el discurso dominante que muy pocos están dispuestos a enfrentar. Un lenguaje cargado de una intencionalidad manipuladora y cobarde, hasta en las conversaciones más nimias.

“Lo que no te digo” es una obra que revisa el instrumento con el que nos comunicamos y nos lleva a lugares incómodos con una fuerza descomunal. Un monólogo necesario que la Sala Mirador  ha tenido a bien volver a programar. Un lujo.