‘S.I.N.G.L.E.S.’, nuevos tiempos para el amor
20/01/2017
Susana R. Sousa
A pesar del frío que arrasaba la noche madrileña, el estreno de ‘S.I.N.G.L.E.S.’ atrajo a una gran cantidad de público al Teatro Lara el jueves 19 de enero. La Sala Lola Menbrives se hizo de rogar, así que cuando por fin se abrieron las puertas y pudimos entrar, una emoción doble nos embargó a los asistentes: el calorcito de la sala y la expectación de disfrutar de una comedia joven.
Una comedia siempre es una buena forma de terminar el día y quitarse de encima el estrés acumulado durante toda la semana, por ello «S.I.N.G.L.E.S» se convirtió en el remedio ideal para el frío durante unos minutos. Una comedia disparatada en la que nos encontramos de frente con un futuro quizás no tan lejano. No me atrevo a decir que se trate de una distopía, pero el hilo argumental en el que se apoya la historia sí puede resultar algo siniestro, a pesar del humor que salpica la obra. Un Ministerio que se ocupa de los ciudadanos solteros y una máquina que resuelve emparejarlos a través de unas fichas previamente cumplimentadas por los solicitantes. Quizás no es tan extraño si pensamos que hoy en día muchas parejas se conocen a través de las redes sociales (por medio de una máquina que puede ser cualquier dispositivo electrónico) y eso es precisamente lo que querían reflejar los creadores de «S.I.N.G.L.E.S», Pepe Cabrera y Javier Andrés.
La obra se desarrolla en las oficinas de este singular Ministerio, el llamado Servicio Integrado de Noviazgo Gubernamental para Españoles Solteros, en el que una funcionaria, no demasiado feliz con su trabajo, se encarga de la recepción de las solicitudes y el manejo de la máquina. De alguna forma, los solicitantes de pareja están a expensas de lo que esta funcionaria decida, por un lado, y de lo que decida la máquina, por otro. Los cuatro solteros que acuden a las oficinas de este Ministerio a solicitar pareja, tienen su propia historia, la cual se va desgranando a medida que avanza la trama.
Amores, desamores, inseguridades e ilusiones que todos guardamos en nuestras profundidades y con los que nos identificamos cuando alguien los manifiesta sobre un escenario. La obra tiene momentos divertidos y, aunque se excede en otros con demasiado texto, el acabado final es una comedia que hace reír a un público ávido de situaciones hilarantes.
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