‘El Rey’, revisando la historia de España
25/05/2017
Susana R. Sousa
«El Rey» deja los escenarios definitivamente, tras agotar las entradas en cada función desde su estreno en junio de 2015. Un texto escrito y dirigido por Alberto San Juan, que cuenta con el asesoramiento histórico de Noelia Adánez y el colectivo Contratiempo. Está protagonizado por un elenco de seis actores de renombre, entre los que se encuentra el propio San Juan. Tres son los que aparecen en cada función. En esta ocasión, sobre el escenario vemos a : Alberto San Juan, Guillermo Toledo y Luis Bermejo. Bermejo es quien se mete en la piel de un Juan Carlos I imaginario que, sin embargo, quizás no está tan lejos de lo que todos imaginamos. San Juan y Toledo encarnan a diferentes personajes entre los que podemos destacar a Franco o Tejero.
La función comienza con este Juan Carlos I revolviéndose en su butaca, tosiendo y escupiendo como si estuviera viviendo sus últimos momentos. Comprobamos que así es cuando, de fondo, suena el discurso de Felipe IV, su heredero, durante su proclamación como rey. Luis Bermejo nos regala un monarca exagerado en sus gestos, una especie de clown, quizás como metáfora de lo que su figura ha significado en la historia de España. No estamos, sin embargo, ante una simple parodia de Juan Carlos I y la monarquía, la burla no es el objetivo final de «El Rey», ni tampoco la base que lo sustenta. Estamos ante una obra que pretende abrir una discusión sobre lo que significa la historia de España desde 1945, año en que Franco decidió que Juan Carlos I tenía que recibir educación en España, hasta nuestros días.
De aquellos barros, estos lodos
La obra tiene estructura cronológica y en ella se nos aparecen personajes de la talla de: Juan Luis Cebrián, que se aparece ante Juan Carlos I como un fantasma, Felipe González, Adolfo Suárez o Carrero Blanco. «El Rey», con valentía y honestidad, nos devuelve el derecho a la información, un derecho fundamental sin el que no puede haber reflexión ni crítica. Por supuesto, el humor atraviesa el texto, porque sin humor sería difícil asimilar tanta barbarie.
Una obra imprescindible, en la línea del teatro social que El Teatro del Barrio ha tenido a bien demostrar que se puede hacer, cubriendo un hueco desde hace años que ya venía haciendo falta en esta ciudad.
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