‘Raulidad virtual’, el remedio definitivo contra el aburrimiento
10/11/2018
Susana R. Sousa
Raúl Pérez nació en Madrid en 1976 y, aunque se licenció como Ingeniero Técnico de Comunicaciones, prefirió seguir su camino como humorista. Diez años estuvo en el programa de radio ‘¡Anda ya¡’ donde ya imitaba a personajes conocidos. También le ha atraído el mundo de la televisión y ha participado en programas como «Tu cara me suena», «Espinete no existe», «José Mota presenta», «Todo va bien», «Zapeando», “Crakóvia” o «Las noticias del Guiñol» poniendo voces a más de 30 personajes. En la actualidad, colabora en el programa de Andreu Buenafuente “Late Motiv” como imitador de personajes tan variopintos como: Donald Trump, Pablo Echenique, Carlos Herrera, Luis Piedrahita o Lorenzo Caprile.
Su popularidad viene de lejos y el público le quiere, tanto o más que la cámara y los micros. Es por eso que el Teatro Arlequín Gran Vía los viernes y los sábados se convierte en un hervidero de fans que quieren disfrutarle en directo. También le quieren mucho sus amigos, a algunos de los cuales imita, y casi todos ellos le acompañan en este show virtual del que ya se dice por ahí que es la revelación de la temporada.
Con un titulo muy pegadizo, que juega con el nombre de su protagonista, “Raulidad virtual” tiene muchas bazas para triunfar entre el público. Es un show muy divertido que va más allá del monólogo y que usa las nuevas tecnologías a su antojo. No solo las famosas GRV (Gafas de Raulidad Virtual) que nos entregan a la entrada del espectáculo, sino también vídeos que se proyectan simultáneamente al monólogo y que nos regalan momentos estelares.
Los Javis, Jordi Cruz, Mario Vaquerizo, Manuela Carmena, Miguel Bosé, Dani Martín… Más de treinta personajes pasan por el escenario del Arlequín y por las gafas de Raúl Pérez, que también canta y explica (o no se explica) el tipo de voz de algunos de los cantantes que imita.
Este Raúl Pérez parece un ser de otro mundo, porque, además de divertido y buen imitador, parece que tiene conciencia social y es por ello que no deja de reivindicar la necesidad de la comedia y de saltarse los límites del humor (sean cuales sean) a la torera. Parece de otro mundo, pero está llamado a ser un icono de este universo y de esta época, como lo es ya “Raulidad virtual”, un espectáculo total contra el aburrimiento que no defraudará a sus admiradores.
Vayan, vayan a verlo. No se arrepentirán.
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