‘La ruta de don Quijote’ con Arturo Querejeta como Azorín
29/09/2017
Susana R. Sousa
Eduardo Vasco quiere que tengamos hambre de Quijote y para ello, lejos de ofrecer una perspectiva diferente, ha adaptado “La ruta de don Quijote” de Azorín para que pueda verse en escena. Y es una suerte, casi siempre lo es, que los libros puedan verse. Sobre todo si se trata de novelas insignes como ésta de Azorín, a la que, quizás no se le ha dado la importancia que tiene.
Una vez escuché por ahí “el Quijote está sobre valorado” y aún hoy me martillea esa frase lapidaria, por lo que tiene de estulta, sobre todo. Porque el Quijote es conocido en el mundo entero, sin olvidar que algunos pueblos se han apropiado de su figura para hacer negocio, pero muy pocos ojos han llegado a abrir sus páginas para vislumbrar su brillantez.
En la versión de Eduardo Vasco, Arturo Querejeta se nos presenta como el Azorín cronista dispuesto a recuperar para España la figura del hombre idealista y bueno que fue Alonso Quijano. Al mismo tiempo, sus quince crónicas para el periódico El Imparcial, que luego se convirtieron en novela, son testimonio directo de la España rural de principios del siglo XX. Querejeta se mete en la piel de Azorín, pero a ratos también es Cervantes, el Quijote, o cualquier aldeano de los lugares que recorre en busca de los vestigios quijotescos. Un actor que no se pierde en la amalgama de personajes que pululan por el texto y por su mente, que cambia de uno a otro como cambia de sombrero y que destila admiración por todos ellos. Una ruta y una visión, la de Vasco, nostálgica y arropada por una escenografía que puede parecer sencilla, pero en la que no faltan las nuevas tecnologías.
El Teatro de la Abadía y Eduardo Vasco, nos proponen un viaje por una España y una generación de escritores de los que sabemos, en realidad, muy poco. Pero también nos propone un viaje por un lenguaje que casi se ha perdido, a destacar la adjetivación preciosista de la que hacía gala Azorín y su sosegado ritmo narrativo. El público, al final, aplaude fuerte, admirado por el trabajo que hace Arturo Querejeta en escena. Un actor que forma parte de la Compañía Nacional de Teatro Clásico desde 1991 y que tiene más de veinte espectáculos en su haber. No podía fallar.
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