‘La casa de Bernarda Alba’, gritos de libertad en el Teatro Karpas
20/02/2017
Mayelit Valera Arvelo
Teatro puro, la propuesta escénica del Teatro Karpas de la Casa de Bernarda Alba.
Por enésima vez veo en el escenario ´La Casa de Bernarda Alba´, magistral texto de Federico García Lorca, bajo la excelente dirección de Manuel Carcedo Sama, en el Teatro Karpas; una sala mágica donde se vive el teatro de una manera muy particular y genuina. Siempre con trabajos impecables, cargados de profesionalismo y respeto al espectador. Donde su prioridad es hacer teatro puro y del bueno. En esta oportunidad con una obra maestra que ha marcado las tablas del mundo, y su propuesta teatral no podía ser menos.
Suenan las campanas, “y es que ya llevan más de dos horas de gori- gori”, dice la Poncia. En el escenario solo se aprecia una pequeña mesa y seis sillas que serán suficientes para esta pieza; un manjar literario que se sustenta en un extraordinario texto y en las actuaciones, y sí a eso le sumas una perspicaz dirección, los aplausos no se resistirán ante la puesta en escena.
La Casa de Bernarda Alba se escribió en 1936, y desde entonces no ha dejado de sorprender en las tablas, con una historia de encierro y opresión de cinco mujeres que gritan libertad, amor, pasión y deseo, bajo el yugo de su madre, la inquisidora Bernarda Alba. Ya conocemos la historia, pero ver cada propuesta siempre es diferente y deslumbra.
La pieza de Teatro Karpas es contundente, posee una fuerza indescriptible que recae en sus actrices, mujeres encadenadas al encierro, con un fuego que las consume por dentro. Son personajes femeninos perfectamente delineados, con personalidades distintas, las cuales quedan muy bien reflejadas en este montaje.
El peso de Bernarda Alba recae en la actriz Charo Bergón, quien con su presencia escénica hace temblar los asientos del recinto. Una fuerza voraz que cada vez que golpea su bastón nadie respira. Con una mirada penetrante que traspasa las paredes. El público impávido la escucha, cae como súbdito bajo su voz, cada palabra tiene un poder que embelesa. Con sus ordenes todos somos sus hijas, nadie hace el más mínimo movimiento. Con su presencia aniquila las respiraciones.
Con una Bernarda arrolladora, el resto del reparto no se puede quedar atrás, ellas son: Alexia Lorrio que interpreta Adela, Pilar Cervantes es la Poncia, Ana Vélez es Martirio, Anabel Maurín es Angustias, Belén Orihuela es Magdalena, Dayana Gálvez es Amelia y Matilde Garaizábal es la abuela, todas como volcanes a punto de explotar, deseosas de respiro y libertad. Pero sus gritos son silencios que guardan hasta más no poder.
Vestidas de negro reflejan sus almas oscuras, no sólo por el luto, sino por un duelo que va más allá. El trabajo de cada actriz acelera sus emociones, dilata sus sentidos. La obra transcurre mientras se detiene el tiempo. Y los sutiles cambios de luces, objetos y música completan la atmósfera, la cual está centrada en cada palabra de estas mujeres que algo esconden. Algunos personajes son compartidos con las siguientes actrices: Covadonga Arimbau, Maite Vallecillo y Yolanda Garaizábal.
Una pieza que deja sin aliento. Se apagan las luces y el público atónito suspira, para luego ovacionar al reparto que lo ha entregado todo en una puesta en escena que está servida para el éxito. Los aplausos reinan en la sala del Teatro Karpas, donde siempre ir es un gran regalo para los amantes de las tablas. Y aunque pueden haber muchas Bernardas en cartelera, cada una tiene su propio sello y hay público para todo.
“Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio!. ¡A callar he dicho!. Las lágrimas cuando estén sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! … ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!“, Bernarda Alba.
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