Viaje a la infancia con Eduardo Aldán en ‘Espinete no existe’
20/10/2016
Carmiña Jaramillo
Tras más de un millar de representaciones, ‘Espinete no existe’ sigue manteniéndose en cartel gracias al apoyo de un público joven, y no tan joven, con ganas de recordar su más tierna infancia. El viaje al pasado comienza ya antes de entrar a la sala, a través de la decoración de un pequeño pasadizo donde podemos ver una colección de objetos, recuerdos y juguetes que atesora el propio Eduardo Aldán y que ha querido mostrar a todos los espectadores como aperitivo de su show, convirtiendo el teatro en un lugar propicio para la añoranza y con sabor a piruleta.
Acompañado de las proyecciones de una pantalla y en un escenario muy ochentero, Eduardo Aldán revive los recuerdos de su infancia, y de la nuestra, con anécdotas sobre la primera comunión, los juguetes que nos entretenían de pequeños, las chucherías, el material escolar, y la inolvidable televisión: llena de dibujos y payasos.
A manera de anecdotario, va pasando de un tema a otro, con su verborrea habitual, con momentos para la risa, para la ternura, pero sobre todo para la nostalgia.
Hilando con naturalidad todas las historias como quien está hablando con un amigo, nos hace regresar al mundo del bocadillo de Nocilla, y de los dibujos animados, eso sí, de los de antes. Y con karaoke incluid! y nos llevará hasta el mundo donde los equipos siempre eran dos: tigres y leones.
Es un monólogo sobre la infancia, centrado en los que fueron niños entre la década de los 70 y los 80; donde con muy poco, se ha conseguido un resultado espectacular, que ni su propio creador esperaba. Eduardo Aldán sabe convertir cada Espinete no existe, en una fiesta para el espectador que acude cada noche al Teatro Infanta Isabel y que próximamente llegará a la televisión pública con un nuevo formato.
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