‘El médico, el musical’, un despliegue técnico y vocal a la altura de Broadway
01/11/2018
Susana R. Sousa
“Trata sobre personas que nacen, envejecen, a veces enferman y mueren. La guerra del hombre contra la muerte. Ahora tenemos equipo tecnológico y súper medicamentos, pero el hecho de querer hacer desaparecer la muerte es el mismo en cualquier época y esa es la base de la historia”.
Noah Gordon.
La novela y su autor
Noah Gordon publicó su última novela, “La bodega”, en 2007, sin embargo, “El médico”, publicado en 1986, fue la obra que le lanzó a la fama y sigue siendo uno de sus betsellers más leídos. La popularidad del escritor norteamericano ha dado la vuelta al mundo y su biografía es bien conocida por todos. Nacido en Massachusetts, Gordon, de origen judío, comenzó estudios de medicina, pero los dejó por el periodismo. Aún así, durante su juventud, se ganó la vida escribiendo artículos médicos. No es de extrañar que la mayoría de sus novelas estén relacionadas con el mundo de la medicina, de una u otra forma. Quizás por ello es legítimo considerar “El médico” su obra más emblemática y representativa. En ella, Gordon cuenta las aventuras de un joven barbero inglés que cruza medio mundo para estudiar medicina en Isfahán, pero también pone de manifiesto su idea del amor, de la amistad, de la religión y de la familia. ¿Cómo no iba a tener un musical?
Noah Gordon ya ha comentado en alguna ocasión que no imaginaba una novela de 600 páginas sobre el escenario y, aunque le costó ceder sus derechos para la gran pantalla, al teatro se lo puso más fácil. Parece ser que lo que le convenció definitivamente fueron las composiciones que Iván Macías le mostró y en las que Gordon vio inmediatamente a los personajes que había creado.
Sobre las tablas
El escenario del Teatro Nuevo Apolo, ya incluso antes de subir el telón, nos muestra un adelanto de la espectacular escenografía que se ha construido para este musical. Alfons Flores, responsable de ella, cuenta con una dilatada carrera en el mundo del teatro y su trabajo ha sido reconocido en varias ocasiones, obteniendo varios premios nacionales e internacionales. Sin duda, escenografía y atrezo, son dos grandes bazas de este montaje que, junto al despliegue de vestuario (de Lorenzo Caprile), lo sitúan en un lugar privilegiado dentro de los musicales actuales. La iluminación, dirigida por Luis Perdiguero, es otra maravilla, consiguiendo crear el ambiente justo y necesario que necesita cada momento de la trama. Impresionante es la recreación de la tormenta de arena, por ejemplo. La música en directo sería la cuarta maravilla del musical, no tanto por el contenido de las letras o las composiciones en sí, sino por el hecho de que suena en directo. Incluso puede verse a la banda de músicos que está bajo el escenario a través de una pantalla en la platea.
En cuanto al elenco, es reseñable el talento vocal de todos sus protagonistas. Se agradecen los momentos cómicos protagonizados por el talentoso Josean Moreno (Barber) y la niña revelación Victoria Galán (Rob Jeremy Cole) que llenan, casi en exclusiva, el primer acto. Adrián Salzedo, en su papel del ya joven y adulto Rob Jeremy Cole, tiene uno de los papeles más importantes ya que aparece en casi todas las escenas. Su voz potente y su arrojo interpretativo resuelve muy bien los desenlaces más emotivos de la obra. Resulta bastante creíble y denota un trabajo actoral y vocal previo muy intenso. No es menos interesante el trabajo que realiza en escena la soprano portuguesa Sofía Escobar, en su papel de Mary Cullen, que nos regala momentos musicales emocionantes con una línea de canto perfecta. La sólida presencia escénica de Ricardo Truchado (Avicena) y Alain Damas (el Shá de Persia) unida a sus portentosas voces, más lírica en el caso de Damas, cierran el elenco protagonista con el broche final que merece un musical de tintes operísticos como “El médico”.
Si hubiera que ponerle una pega, sería que se extiende demasiado en el tiempo y algunos temas musicales son reiterativos, además de que las letras suenan, en ocasiones, manidas y pueden resultar aburridas, en parte, por su reiteración y extensión. Aún así, el público asistente no dudó en aplaudir, vitorear y levantarse de su butaca para agradecer a todo el elenco su actuación al final de la misma. Unos aplausos que el equipo artístico, visiblemente emocionado, agradeció con sonrisas y gestos de complicidad.
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