Ingmar Bergman escribió el guión de “Después del ensayo” en el año 1980 y lo rodó tres años más tarde, cuando ya se había despedido oficialmente del cine. La película fue realizada para la televisión sueca y se convirtió en una especie de testamento del autor, su obra más autobiográfica. La versión teatral, dirigida por Juan José Afonso, se estrenó en Avilés en el mes de junio y ahora llega a Madrid protagonizada por Emilio Gutiérrez Caba.

“Después del ensayo” se desarrolla en el escenario de un viejo teatro en el que un viejo director reflexiona sobre su profesión, pero también sobre su vida. Durante esta reflexión, no permanece solo, le acompañan los fantasmas del pasado y del presente. Dos mujeres, dos actrices, que serán testigos de la decadencia vital del director, una decadencia en la que, sin embargo, aún palpita el amor por el teatro. El deseo de montar una última obra le hace levantarse cada mañana, pero después del ensayo es como si todo fuera un sueño.

Emilio Gutiérrez Caba es Vogler, un director de prestigio, el propio Bergman en realidad, que admira y envidia a los actores y saca de ellos lo mejor que tienen. El actor vallisoletano, que debutó en 1962, regresa a los escenarios con un papel que parece escrito por él y para él..Junto a él, la joven actriz Rocío Peláez y Chusa Barbero, completan el cuidado reparto que Juan José Afonso ha querido reunir para este montaje. Tres personajes cargados de contradicciones con referente real que Bergman eligió para hablar de algunas de sus obsesiones, como el paso del tiempo o el propio oficio teatral. El color rojo es el elegido para vestir a las dos mujeres que interactúan con el viejo director. Rojo pasión y rojo sangre en contraposición a las emociones contenidas del viejo director.

“Después del ensayo” es teatro dentro del teatro, es un sueño llevado a escena y es uno de esos montajes que merece la pena ver para recordar lo que es auténtico teatro. El juego escénico entre los tres actores, del más veterano a la más joven, es uno de esos fenómenos dignos de disfrutar, al menos, una vez en la vida. Si son más, mucho mejor.