‘Autobiografía de un yogui’, trascendiendo toda dimensión
05/09/2018
Susana R. Sousa
Una de las peculiaridades de Rafael Álvarez «El Brujo» es que suele elegir textos boscosos y abigarrados de nuestra literatura y articularlos con un humor muy a pie de calle, muy personal, dando lugar a una amalgama perfecta en la que la persona, el personaje, el escenario, el público, el discurso, el pasado, el presente e, incluso, el futuro, se convierten en una sola cosa. En un solo momento. En esta ocasión, ha elegido un texto que nos es ajeno, de una cultura y continentes lejanos, sin embargo, lo hace suyo y nuestro de tal forma, que lo que era un reto inimaginable se convierte en una obra de arte.
El autor de “Autobiografía de un yogui” es Paramahansa Yogananda, el yogui que trajo el raja yoga a occidente, el maestro que cambió la vida de El Brujo y al que quiere que todos conozcamos. Para ello, el escenario se convierte en un pequeño altar con la foto de Yogananda en uno de los extremos. En el otro, Javier Alejano es el encargado de poner música a la aventura que Rafael Álvarez nos relata sobre Yogananda y la estirpe de la que procede. Las palabras de este swami hindú, que produjeron un cambio importante en muchas personas, son trasladadas a escena con gran sensibilidad y humor.
Uno es consciente desde su butaca, de que el trabajo que se ve sobre las tablas es solo la punta del iceberg, que lo que hay detrás ha requerido un ejercicio de trascendencia que no está al alcance de todos. Y no solo eso, el talento le brota a «El Brujo» por todos los poros, lleva demasiados años dedicado a la escena como para que no le brote. “La Odisea”, “Las mujeres de Shakespeare”, “El lazarillo de Tormes”, “Misterios del Quijote” … ¿es que no hay nada que se le resista? Pues, de momento, parece que no. «El Brujo» lleva el escenario puesto y usa el humor como fuerza poderosa de comunicación, pero, sobre todo, de unión. Se empeña en recordamos que cada uno somos únicos, pero que todos formamos parte de algo mucho más grande. No en vano, al final de la función, tras recibir los merecidos aplausos, comenta las razones que le han llevado a embarcarse en el proyecto y agradece al a los asistentes el esfuerzo que hacen cada vez que van al teatro. Porque el teatro es cosa también del público y sin su implicación (también emocional) ninguna obra tiene sentido.
eduardo labad
Rafael Alvárez me trasladó a la India, país que visité no hace mucho, de una manera distinta, desde la vertiente del humor. Me parece un texto sobre el que hay que reflexionar cuando sales del teatro y comentarlo con tu acompañante por si hubiera cosas que se te hubieran escapado.
La música, excelente.
Recomnedable
felix Molina
Quiero verlo en Huercal Overa